San Pedro Sula
El pronóstico del tiempo es de cielos despejados. Pero lo que resulta ser positivo si de planear un viaje se trata, puede resultar desastroso desde el punto de vista de la producción agrícola y, por extensión, de la seguridad alimentaria.
Las autoridades del Centro de Estudios Atmosféricos, Oceanográficos y Sísmicos (Cenaos) advierten que este 2023 será un año de transición entre dos conocidos fenómenos climáticos, pasando desde la fase conocida como La Niña, caracterizada por temperaturas más bajas y mayor precipitación, hacia el fenómeno de El Niño, que se caracteriza por el efecto opuesto: temperaturas más altas y lluvias más escasas o espaciadas.
“Es una alteración gradual, no es una respuesta tan inmediata, tenemos que considerar que la atmósfera responde mucho más rápido que el océano, los cambios que tenemos en la circulación tanto del océano como del aire; entonces este año esperamos que con esta transición que se va a dar de Niña a neutro y luego a condiciones de Niño”, explicaba Francisco Argeñal, director de Cenaos en declaraciones para un medio radial.
Esta combinación de factores, precisa el funcionario, puede resultar a que las condiciones más secas comiencen a manifestarse hacia el mes de junio, marcadas por “una canícula un poco más prolongada a partir de julio de este año”.
Perspectivas de sequía
Argeñal contrasta la situación que se espera este año con la de años anteriores al señalar que para abril ya se tenían acumulados de lluvia de hasta 80 milímetros, los que incluso han llegado a los 90 milímetros, mientras que, en cambio, para este año se esperan acumulados que oscilen entre los 20 y los 30 milímetros, una disminución de hasta el 78%.
El director de Cenaos apunta el dedo también a otra causa que provoca escasez de agua: los incendios forestales.“Cada año tenemos la pérdida de (numerosas) hectáreas de bosque; eso es un problema que se transfiere después en el manejo de las cuencas, en el manejo de las crecidas de los ríos y después, en la época seca, con una pérdida prácticamente del espejo de agua sobre los ríos y sobre las quebradas”.
Esta situación preocupa a las autoridades locales, que anticipan los problemas que les puede provocar la sequía en sus respectivos suministros de agua.
Marlon Pineda, uno de los vicepresidentes de la Asociación de Municipios de Honduras (Amhon), dijo que “las autoridades de la Amhon pronostican que el problema será grave durante 2023 porque el 100% de los municipios serán afectados por la sequía”.
“ No hay conciencia que el problema de agua en las principales ciudades es porque no cuidamos el bosque. “
Marlon Pineda, vicepresidente de la Amhon
El dirigente agrega que entre las estrategias que barajan para cuando eventualmente enfrenten el problema, figuran los programas de racionamiento de agua e incluso la adquisición de pipas para distribuir en las zonas que más afectadas se ven por la escasez del preciado líquido.
Tales perspectivas vienen a complicar la precaria situación que ya afrontan los municipios que se encuentran en el llamado corredor seco, una especie de cinturón de territorios que abarca desde la región suroccidental, pasando por la zona centro-sur y se extiende hasta la región suroriental.
“El panorama en este momento ya es bastante complicado para los municipios, el poder proveer del servicio de agua a sus diferentes comunidades y sobre todo, el corredor seco, los más afectados, pues son alrededor de 42 municipios que ya tienen una disaster, una emergencia en la cual, el gobierno y nosotros como Amhon estamos solidarios con ellos y buscando alternativas para respaldar y buscar una solución lo más pronto posible”, cube Pineda, quien refiere además de que las condiciones secas representan un daño directo a por lo menos 170 mil familias que se reparten entre 145 municipios, en los que la seguridad alimentaria y la nutrición de los más pequeños puede verse comprometida.
Campo en abandono
Para el especialista en economía agrícola, Efraín Díaz Arrivillaga, la situación creada por condiciones climáticas no deja de tener su importancia, pero no es el único issue que debería preocuparnos.
“La naturaleza ya la conocemos, no es una culpa de la naturaleza, la naturaleza nos cube esto es así, pero debemos generar sistemas de producción que puedan enfrentar a la estacionalidad, el cambio climático y a los riesgos que el agricultor normalmente tiene”, manifiesta.
Datos
- > 20 Milímetros de lluvia es el mínimo que pronostica Cenaos para la temporada seca de 2023.
- > 49% de los hondureños se encuentra en situación de inseguridad alimentaria, según informe de las Naciones Unidas.
Díaz señala que, en términos generales, “hemos abandonado el campo”, en el sentido de que “nos hemos concentrado en incentivar y promover las exportaciones, pero no hemos hecho esfuerzos suficientes para enfocarlos en el sector agroalimentario”.
El experto critica situaciones que se han dejado sin regulación, como el exceso de intermediarios entre el productor agrícola y los consumidores, lo que impide que el primero obtenga mejores precios por sus productos; en tanto, que los segundos tienen que pagar precios más altos. Agrava esta situación el abandono de iniciativas como los precios de garantía, indicó Díaz.
Claves
- > La Niña. Se trata de un fenómeno que tiende a incrementar la nubosidad en las costas de Centro y Sudamérica, ocasionan una mayor precipitación y temperaturas más frescas.
- > El Niño. Manifiesta el efecto contrario al de La Niña, es decir, aumento de las temperaturas y una menor nubosidad, lo que se traduce en menores precipitaciones o estas son más espaciadas.
El especialista recomendó a los encargados de tomar decisiones definir una política agraria, la cual pueda ser planificada y se aplique de manera consistente para que responda a las necesidades que las situaciones climáticas y estructurales plantean.
Las autoridades también instan a los agricultores a desistir de las destructivas prácticas de cultivo como la quema de tierras, en vista del elevado riesgo de agravar una situación ya mala de por sí.
1.5 millones de hondureños subalimentados
Tegucigalpa. Unos 4.9 millones de personas sufren “inseguridad alimentaria” en Honduras, donde 1.5 millones están subalimentados y miles más no cuentan con los medios suficientes para acceder a una dieta saludable, lo que acarrea graves problemas de salud, alertó ayer la FAO.
A las consecuencias derivadas de la pandemia de covid-19 en Honduras, que afectaron las cadenas agroalimentarias, se suman los efectos de la guerra en Ucrania y de la disaster climática, los que aumentaron los precios de fertilizantes y alimentos, y causaron efectos inevitables en la seguridad alimentaria, explicó Fátima Espinal, representante en Honduras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Espinal aseguró que las personas con menos recursos no tienen acceso a una dieta saludable, por lo que optan por comprar alimentos poco nutritivos, lo que pone en riesgo su salud por el aumento del sobrepeso y la deficiencia de micronutrientes.
Espinal considera importante promover “una producción climáticamente amigable que respete los recursos naturales y utilice innovaciones tecnológicas que no degraden los recursos naturales”.
Sostuvo que esas medidas pasan por reducir los pesticidas, hacer un uso racional del agua, utilizar semillas más resistentes o que requieran menos agua y la preservación de las cuencas hidrográficas, entre otras.
El país también debe reducir las desigualdades en el área rural a través de la inversión en el sector agrícola, la innovación y el desarrollo de tecnología.
La representante de la FAO instó a las autoridades hondureñas a impulsar “la educación alimentaria y nutricional”, y aseguró que los programas de alimentación escolar son una estrategia idónea para atender a los niños desnutridos. Efe
